Así es. Todo está caro y en alza. El peso colombiano se devalúa. Las tasas de los créditos suben como la de tasa de usura; hoy, el dólar ($4.627) superó el valor del Euro (4.590,83) (valor en pesos colombianos). En Colombia la expectativa con el nuevo gobierno es latente y contradictoria. Y no es para menos, porque es una realidad que permanecerá por un mediano plazo afectando la economía mundial. Es la incertidumbre en su máximo nivel histórico.
Por tal razón, como era de esperarse, se escuchan comentarios de propios y extraños, de expertos, de gobernantes y de quienes llamamos gente común o ciudadano de a pie, que definirían las causas y efectos de la situación, algunos con argumentos y criterios racionales válidos por el conocimiento y experiencia adquirida, y otros motivados por la ansiedad que genera la desinformación y el voz a voz. |
Lo único cierto es que el incremento del dólar y esta situación de zozobra que ha generado en los mercados, se pueden enmarcar en cuatro razones:
La primera, la altísima inflación de EE.UU. que a junio llegó al 9,1% interanual, el mayor índice en 40 años.
La segunda, las medidas que como soluciones para frenar la inflación están tomando los bancos centrales de todo el mundo, de subir cada vez más las tasas de interés, ejercicio que seguirán haciendo porque ya se volvió una constante.
La tercera, indudablemente la invasión rusa a Ucrania que ha llevado a una ralentización del crecimiento económico, entrando según un informe de Perspectivas económicas “en lo que podría serun período prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación.
Y lo más delicado, es que ya se habla de una posibilidad de llegar a una “recesión económica,” generando pánico, pues sería el detonante de una posible crisis mundial. De hecho en el “Foro de Davos 2022, Políticas Gubernamentales y Estrategias Empresariales” celebrado entre el 22 y el 26 de mayo, se dio el campanazo de esta posibilidad.
Como sabemos, una recesión económica sólo se da cuando existan dos trimestres consecutivos con números en rojo, es decir, una sensible escasez en la producción general de bienes y servicios, llevando a que el PIB sea casi nulo.